16 de noviembre de 2011

Suegro

Como me acababa de bañar, tenía el pelo mojado. Tenía poco tiempo: media hora para comer y salir disparado para el laburo. ¿Qué se puede comer en tan poco tiempo? Primero pensé en Mc Donald's: está cerca, no es tanta plata, no tengo una ideología clara que me prohiba comer sus hamburguesas, no hay que dejar propina. Antes de llegar a la esquina entro en otro bar y recién después pienso: mejor sentarse quince minutos, pedir un omelette de queso y llegar quince minutos tarde. En una de las mesas, sentado y leyendo el diario, el padre de mi novia. Dudo si acercarme o no por uno o dos segundos. Por miedo a que vea mi duda, me acerco.

- ¿Qué tal? -digo en un tono claro, como si me estuviera esperando para almorzar o como si mi llegada fuera, por alguna razón, largamente querida.

No sé si fue alguno de mis gesto o qué, pero antes de saludarme, me indica con la mano que me siente junto a él. O, tal vez, todo se dé al mismo tiempo:

- ¿Qué tal, che? -dice y me indica el asiento. Sentate.

Un olor a pescado sube desde la mesa. Un color claro, beige tirando a marrón, dos o tres pequeños montículos de atún desparramados en un plato blanco y del que casi no quedan restos. No sé si sentarme. No sé si decir que no es desmerecer al padre de mi novia.

- No, estoy de pasada -digo, pero en mi tono ya hay algo extraño-. ¿De pasada? No estoy hablando con uno de mis amigos. No sé si en su vocabulario figura este modismo. Como algo y me voy -aclaro y el padre de mi novia repite el gesto para que me siente.

- ¿Qué hacés por acá? -dice él y yo apoyo mi bolso en una de las sillas, pero no me siento, por lo que el padre de mi novia asiente con la cabeza de forma rítmica y no sé si le está dando un cosquilléo en la nuca o si espera que, finalmente, me siente, porque no me mira a mí sino a la silla.

- De pasada -repito y soy un idiota que no terminó el secundario y no puede elaborar una idea más o menos concreta sobre mi situación-. Vivo acá cerca -termino por decir y apoyo mi rodilla en el asiento, lo que genera más dudas sobre si estoy o no sentado.

- Ah, claro -dice el padre de mi novia y hace un gesto que hace sospechar que va a decir algo más, pero su silencio es completo por lo que me obligo a decir algo.

- Todos los lunes estás por acá, ¿no? -digo porque sé que va al psicoanalista cerca mi casa, porque hace uno o dos meses pidió recomendaciones sobre algún bar para comer al mediodía antes de ir a su analista y yo le recomendé este-

- Los miércoles -dice y me mira directo a los ojos y yo saco la rodilla del asiento y miro el salad bar que hay en el otro costado del lugar-. Hoy es miércoles -insiste.

Claro, es miércoles, digo para mí y veo el calendario de la pantalla de mi computadora como si la tuviera frente a mí. Es miércoles, claro, digo y cuando veo los ojos de mi suegro (aunque no estamos casados con mi novia), descubro qué piensa. No que estoy desconcentrado por cualquier motivo ridículo o tribial. No que estoy con la cabeza en cosas del laburo o que tengo hambre y estoy algo desorientado. No: piensa que acabo de tener una aventura con una chica. Sus ojos que miran mi pelo mojado dicen eso: de dónde venís no era una pregunta casual, inocente, nada de la conversación que venimos llevando es inocente. Por un momento, dudo: ¿tuve o no un amorío con una moza o una chica que conocí en el chat?

- Podemos comer algún miércoles antes que entres a sesión -todo lo que digo suena falso, a embaucador, a falso testigo en juicio por tenencia de hijos. ¿Es bueno el analista? -digo y no termino de entender mi propia pregunta: a dónde quiero llegar.

- Muy bueno. Habla poco, pero es bueno.

Los dos nos reímos, pero mi risa es más bien nerviosa y poco natural. Me digo que tengo que salir y comer una hamburguesa rápido porque voy a llegar tarde al laburo.

- Voy a comer algo -estoy tan colorado que me late la frente cuando me acerco al salad bar y busco un plato y me sirvo algo de atún y vuelvo a la mesa donde está mi suegro que se levanta en el mismo momento que yo me siento.

- Es exquisito el pescado -dice mientras deja los diarios en un costado y se prepara para irse.

Pienso en un llamado telefónico a su hija. En dos llamados (el mío y el suyo) apurados para llegar primero. Pienso en mi suegro saliendo del bar y marcando el teléfono de su hija y diciéndole que me acaba de ver y pidiéndole, a su manera, explicaciones. ¿De qué trabaja tu novio? ¿Qué hace al mediodía? Y más que nada: ¿Por qué alguien se baña a la una de la tarde? Pienso todo esto y por eso antes que mi suegro, o en el mismo momento que mi suegro me saluda, marco el número de mi novia. Como un idiota, digo:

- Llama.
Los dos volvemos a sonreír. Mi suegro saca plata del bolsillo, llama al mozo y le paga mientras el teléfono suena sin respuesta.

- Cobrá también lo de él -dice y me sonríe.

Pruebo el primer bocado con el teléfono en la oreja. No sé por qué le hago una pregunta ridícula antes que se vaya:

-¿Psicoanalista hombre o mujer?

Me mira uno o dos segundos antes de decir nada.

- Mujer -dice, emprende la retirada del bar y veo, cuando se cierra la puerta de vidrio, que mira hacia ambos costados, que se decide por la izquierda y que antes de perderlo de vista, saca el teléfono y marca.

1 de noviembre de 2011

"Ayer vómitos como si estuviera embarazada". Encuentro este papel debajo de mi puerta. Qué es esto. ¿Alguien me lo dejó? Estaba al lado de la liquidación de expensas, pero era mucho más intrigante. Espero recibir novedades del tema pero por ahora consignos mis primeras hipótesis: 1)pensamiento de una vecina del edificio que, de casualidad, pasó por el séptimo y dejó caer, de casualidad, el papel y el papel, casualmente, se deslizó debajo de mi puerta 2)una vecina sueña que tuvo sexo conmigo y en respuesta a ese sueño piensa una frase rara hasta para ella y para desembarazársela (justamente), la escribe y la deja debajo de mi puerta 3)la novia de un vecino completamente enamorada de su novio quiere contar que está embarazada pero no sabe a quíen, tiene miedo y encuentra en mí, en mi cara de inocente o de hijo, el indicado para, al menos, contarme sus primeras sensaciones 4)el portero se enteró que escribo o que tengo ciertas inclinaciones hacia la escritura y tiene intenciones de lanzarse a la carrera literaria y quiere consultarme sobre este inicio que, de preguntarme, encuentro conmovedor y, por otra parte, muy atractivo 5)alguna novia mía que no veo hace mucho tiempo tuvo un hijo tras tener sexo conmigo y quiere hacermelo saber pero es psicótica y no encuentra otra manera que esta, dejarme una frase sobre sus primera impresiones 6)alguna joda de un amigo 7)la frase la escribí yo mismo hace algún tiempo, me olvidé por completo de ella y de alguna manera se me cayó y permaneció bajo la puerta hasta que la encontré.

Lo único que puedo hacer ahora es 1)esperar otras pistas 2)esperar un tiempo prudencial y saber que ó todo fue un error ó no lo fue pero todo lo que tuvo que decirse ya fue dicho y si me enteré o no, si me di cuenta o no, ya no es culpa de la persona que dejó el papel bajo mi puerta sino mía.