25 de mayo de 2011

Publicidad optimista


Una publicidad de Coca Cola dice: “Por cada pesimista, hay 100 parejas buscando un hijo”. Está bien. Pero está mal.

1) Porque de esas 100 parejas, hay 34 que no consiguen tenerlo nunca.

2) De esas 34 parejas (Ver ítem 1), hay 12 que se separan a los 2 años de intentarlo sin éxito.

3) De las 22 parejas que no se separan (Ver ítem 2), 14 está en completo desacuerdo con la adopción. De esas 14, 11 compran un perro y le ponen nombres como “Felipe” o “Luisana”.

4) De las 8 parejas que no está en desacuerdo con la adopción (Ver ítem 3), 4 viajan a Chaco para intentar acelerar los trámites. 2 regresan con una opinión contraria de la adopción ilegal. De las otras 2, 1 consigue adoptar rápidamente. Pero a pesar de los intentos y las expectativas, el chico no se lleva bien con los padres y a los 16 decide abandonarlos para buscar a sus verdaderos padres. Que por supuesto nunca encuentra.

5) De las 66 parejas que sí consiguen tener un hijo (Ver ítem 1), 34 creen que se apresuraron, que no era el momento o no era la persona indicada con la que tenerlo. Pero todas (las 34) intentan cambiar de opinión y tratar de ser felices.

6) Repite ítem 2.

7) De las 22 parejas que no se separan (Ver ítem 6, o sea ítem 2), 14 compran un perro (no le ponen nombres como “Felipe” o “Luisana”, sino más bien nombres como “Jack” o “Hemingway”) al que quieren y respetan más que a su mujer, y al que quieren, respetan y educan más que a su hijo o hija.

8) De las 32 parejas que no creen que se apresuraron, que no era el momento o no era la persona indicada, (Ver ítem 5), 19 tiene o dice tener uno/a o varios/as amantes.

9) De las otras 13 (Ver ítem 8), 12 no lo dicen pero lo/la tienen. La última no lo dice ni lo tiene. Mucha televisión y mucho deporte.

10) El resto está tomando Coca Cola. (Ella prefieren light. Ellos no. Nueva pelea y nueva estadística)

21 de mayo de 2011

Neurótico

8

Me viene a la cabeza una historia. Dos parejas pasan todas las vacaciones juntos. Se van a Pinamar. Les va mejor y se van a Punta del Este. Les va incluso mejor y viajan al Caribe. Tienen hijos. Dos cada matrimonio. Viajan a Disney dos veranos seguidos. Las cosas van bien. Los hombres trabajan duro. Las mujeres se dedican a hacer cursos. Un año, uno de los hombres decide algo simple: irse con su pareja. Nada de hijos. Nada de otra pareja. Pero recibe una respuesta inesperada. Su mujer primero se opone. Después le grita. Finalmente le tira un almohadón (¿o era un cenicero?). El hombre no entiende. Le dice de hacer terapia. Ella se niega. Hace las valijas y se va. Al poco tiempo anuncia: se quiere separar. La razón: simple, las mujeres tenían una relación secreta. Prohibida. Lésbica, para ser explícito. Deciden hablar. Gritarlo a los cuatro vientos. Los dos hombres se enteran y se decepcionan de sí mismos. Pasan una temporada recluidos. Se alejan de todos. Con el tiempo, lo aceptan. Y como comparten el mismo grupo de amigos, un casamiento reúne a los cuatro: los hombres en mesa de solteros o divorciados. Las mujeres juntas, pareja conformada y feliz. Pienso en esa historia. O, no pienso, sino que me aparece. Porque mi novia dijo: “otra persona”. No dijo: me gusta otro. No dijo tampoco: estoy saliendo con otro. No. Dijo: me gusta también otra persona. Sé que tengo que ir lento si quiero sacar alguna información valedera. Sé que tengo que ir lento, sacar verdad por mentira, distender la conversación y sorprender con un ataque inesperado. Balas slow motion de efectos especiales siglo XXI.

- ¿Te gusta un hombre o una chica?

Me apresuro. Me dejo sin argumentos. Ella se levanta, se acomoda en el respaldo de la cama. Me mira como a una mucama a la que no llamo.

- ¿Quién te creés que soy yo?

Leve esperanza. Infiero: es otro hombre. Declaro: hay competencia. Está enojada, es eso. Incluso despechada. Es cierto, no la escucho a veces. Casi nunca la escucho y mintiéndome sobre otro hombre me quiere hacer reaccionar. Todo es mentira. Cada palabra que dijo es una actuación que lleva meses practicando en el espejo. Este es mi secreto de siete llaves. Conozco cuando miente.

- Es mentira que estás con alguien, ¿no?

Mira a un ajedrecista que piensa cuatro o cinco jugadas más allá del tablero. Un ajedrecista que no se contiene y hace también las jugadas del otro. Ajedrecista ansioso. Mal jugador que pierde todas las partidas por no saber esperar. Ajedrecista estúpido que va a perder otra vez. Sé la respuesta que viene y no me sorprende.

- Dije que me gustaba otra persona, no que estaba saliendo.

Lo primero que hago es buscar la bandeja con medialunas que nos dejan en la puerta. El café con leche lo sirvo. Primero el de ella. Hay que ir leeeeentooooo. Y lo sé. Situación quirúrgica. Le pongo dos sobrecitos de azúcar. La miro. ¿Toma azúcar o no? ¿Toma café o té en general? Son preguntas básicas pero no las sé responder. Un alumno frente al profesor. No sé la capital de Canadá. Y no quiero mentirle. Pero lo hago.

- A mí también me gusta otra persona.

7 de mayo de 2011

Relatos robados a la historia 3

Sócrates
(camina con un chico que le gusta)

No sé bien cómo decírtelo. No sé si hago bien en hablarlo o mejor dejar que pase un poco de tiempo y ver cómo se suceden las cosas. No sé, me mirás con esa cara y me… me… Me hacés poner nervioso, sabías. No sé si da que lo hablemos, vos primero tendrías que ser mayor de edad, crecer y madurar un poco… pero es cierto que cuando seas mayor me vas a dejar de gustar. No sé. No sé si hago bien o mal. No sé, te digo que no sé. Digo, nadie nos va a decir nada, no es que la legislación me va a… pero no sé. Sólo sé que… no sé, no sé…
(Se separan bajo una roca. El chico llega a su casa y escribe una frase que queda para la posteridad: “Sócrates está mareado, confundido. Me dijo algo así como: sólo sé que no sé nada”)

Relatos robados a la historia 2

Hamlet
(le dice a Horacio)

No sé, me duele la cabeza. Tengo un dolor acá, justo acá que me está doblando. Tendría que quedarme acostado… no sé, una semana por lo menos. Si el médico me recomendó tomarme un descanso. Me dijo: estás de duelo, quedate tranqui. Por eso te digo, si vuelve a aparece la sombra de mi viejo decile que estoy ocupado. O que estoy en cama. Decile resfrío fuerte. Que no me puedo levantar y que el médico me dijo que no haga actividad física. Nada de actividad. ¿Te parece que podrás pasar el mensaje?

Relatos robados a la historia 1

Romeo
(Le comenta a un amigo muy cercano)

Es que la relación ya se dio así, es como cambiar las reglas de juego si le vengo con esto. Te digo más, a mí lo de las familias, ese odio me parece una forrada, una cosa que no tiene ni pie ni cabeza. Te juro que no tiene nada que ver con eso, y a mí la mina me gusta, me parece… no sé, me atrae, me seduce, me calienta, bah. Pero, tiene cosas que no se las dije de entrada y ahora se volvieron como rutinarias y ya no sé cómo encarar esto. Te soy súper claro: le dije ya como cuatro veces que me da vértigo estar colgado del balcón, pero ella sigue insistiendo con lo mismo. No sé qué hacer, te juro que no sé qué hacer.